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lunes, 25 de julio de 2011

El himno que representa a nuestro país

En la historia de los himnos nacionales americanos, el uruguayo ocupa un lugar, insólito desde el punto de vista de su gestación. Algunos himnos de nuestro continente nacieron de golpe por un simple decreto, otros por encargo deliberado a un compositor extranjero que, en algunos casos, -Carnicer, autor en España del Himno Nacional de Chile-, jamás visitó el país.
El nuestro tiene una trayectoria más lenta; pero de curiosa depuración popular.
El 8 de julio de 1833 el gobierno aprobó la letra de Francisco Acuña de Figueroa, la que más tarde fue reformada -tal como hoy se conoce- por decreto del 12 de julio de 1845. Durante muchos años se probaron distintas músicas escritas por los maestros Sáenz, Smotzi, Barros y Cassale pero ninguna de ellas prendió en el oído y en el espírito del pueblo. Durante la Guerra Grande, el músico húngaro radicado en Montevideo, Francisco José Debali, en colaboración con el actor uruguayo Fernando Quijano, quien le explicó el sentido de la letra de Acuña de Figueroa.
Escribió la música de nuestro Himno, la cual, lentamente, fue ganando prestigio entre el pueblo que lo escuchaba y repetía en las funciones del primitivo teatro montevideano: la Casa de Comedias. Cuando la elección popular ya estaba decidida, el Gobierno no hizo otra cosa que poner el sello oficial a una aspiración colectiva y en los decretos del 25 y 26 de julio de 1848, oficializó su música.


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